jueves

Y en vacaciones...Rutinas!

Las Rutinas:

Los niños necesitan seguir una rutina y crear unos hábitos para sentirse confiados y tranquilos en su ambiente; es lo que les da seguridad.
Nosotros somos los que debemos enseñarles a organizar su vida mediante horarios establecidos asociados a rutinas, es decir, a través de actividades que se hacen todos los días de la misma forma y al mismo tiempo, con lo que el niño va asimilando un esquema/ horario interno que convierte su mundo en un lugar predecible y, por lo tanto, seguro. El poder anticiparse a las situaciones, hace que se sienta cómodo y relajado, ya que sabe en cada momento todo lo que va a ocurrir.
Esto no quiere decir que cada día se practiquen las mismas actividades, ya que estas cambian; un día vamos a la piscina, otro día al cine, otro nos quedamos en casa tranquilos...pero hay un esquema base principal, donde están contemplados esos momentos de “actividades”, y el resto de acciones que marcan nuestra rutina cotidiana. Ejemplo de esquema de un día normal:

-          Desayuno.
-          Vestirse y asearse.
-          Ir al colegio.
-          Pasar por el parque.
-          Actividades familiares.
-          Ducha.
-          Cena.
-          Aseo personal.
-          Cuento.
-          Ir a la cama.

¿Qué pasa en vacaciones? Que ese esquema se rompe, con lo que desaparecen los hábitos y, por lo tanto, esa anticipación a lo que va a ocurrir, lo que les crea inseguridad, nerviosismo y, en los peores casos, ansiedad.

Causas posibles de la pérdida de rutina en los niños:

-          Trastornos del sueño.

-          Trastornos de alimentación: con ganancia o pérdida de peso.

-          Ansiedad/ estrés.

-          Dependencia excesiva de los padres.

-          Regresiones.

-          Cambios de humor y comportamiento: inestabilidad emocional.

¿Qué podemos hacer para evitarlo? Reajustar las rutinas.

Las rutinas principales (alimentación, aseo personal, sueño…) van a permanecer siempre, pero lo importante es conservar un horario cerrado que no se modifique. Podemos ser flexibles a la hora de acostarnos y levantarnos un poco más tarde, o a la hora de alargar e improvisar ciertas actividades, pero es aconsejable que las comidas, el aseo, y el acostarse sea siempre más o menos a la misma hora. También podemos introducir rutinas nuevas, como echar una pequeña siesta después de comer, o ir a visitar a los abuelos en algún momento del día, pero cuanto más acotado esté todo, mejor.
Los niños tienen una gran capacidad de adaptación al medio, pero necesitan de nuestra ayuda para hacerlo. Si los padres se sienten tranquilos y cómodos, se lo transmitirán a los hijos, al igual que si se sienten nerviosos por los cambios, también se lo contagiarán. Por ello siempre es importante mantener la calma y adaptar los nuevos cambios a la dinámica familiar lo antes posible.

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